Objetivo:
Encontrar en la EUCARISTÍA la esencia del cristianismo
católico: la unidad del “cuerpo de Cristo” (1Corintios 12, 27) con la cabeza
que es Él (Efesios 5, 23).
Desarrollo del encuentro:
v El sentido del
Sacramento
Aunque en el orden de los sacramentos nos han
enseñado que la comunión va en tercer momento del proceso cristiano, debemos
tener claro que la comunión es el inicio y el culmen de nuestra realización
como cristianos. Estos encuentros fraternos son una tradición de las primeras
comunidades cristianas (Hechos 242), ellos le llamaban “fracción del
pan” dándole el sentido de compartir, luego se le llamó misa que significa envío,
y en nuestros últimos tiempos le llamamos eucaristía, que significa buen don.
El
primer nombre que se le dio a estos encuentros, “fracción del pan”, es el más
pleno, pues estos encuentros son para compartir, para partir y repartir nuestra
experiencia cristiana, nuestro amor fraterno, nuestros bienes y en sí, nuestra
vida. Y en ese compartir, el hacer lo tuyo como mío y lo mío como tuyo,
formamos el “cuerpo de Cristo”, como signo pleno de la unión nos alimentamos
con el misterio eucarístico, todos comulgamos el mismo pan, que es Cristo, de
esa manera entendemos que el sacramento se llame comunión.
El
alimentarnos de Jesucristo hace posible que formemos un solo cuerpo, como el
pan está formado por pequeñas migajas el cuerpo de Cristo se forma con cada uno
de los creyentes que comulgan el Cuerpo sacramental de Cristo.
Hay
que tener claro que Jesús mismo nos dejó este misterio redentor, Él teniendo
cerca la pasión y muerte se reunió con sus discípulos e instituyo la comunión
con su cuerpo y su sangre en la cena pascual (Éxodo 12, 1-14) como signo de la
unidad de un solo pueblo. Repasemos los textos bíblicos que relatan esta acción
de Cristo: Mateo 26, 26-29; Marcos 14, 22-25; Lucas 22, 15-20; 1Corintios 11,
23-26.
v Participantes
Sacerdote:
Es quien ha
sido válidamente ordenado por la Iglesia Católica que actúa In Persona Christi.
Asamblea:
Son todos los participantes al encuentro,
bautizados y no bautizados, que se unen a la Cabeza de la Iglesia: Cristo y a
la comunidad. No son espectadores, son celebrantes.
v Símbolos y Signos
La
comunidad:
La constituyen los fieles que están en comunión
entre sí y se unen en la celebración para comulgar con el Cuerpo y la Sangre
Eucarísticos de Cristo.
El presidente:
Nos permite ver que Cristo, cabeza de la Iglesia,
está en la acción directa por nuestra salvación, recordemos la oración que
hacemos antes de la comunión:
Por Cristo, con Él y en Él
A
ti Dios Padre Omnipotente
En
la unidad del Espíritu Santo
Todo
honor y toda gloria
Por los siglos de los siglos. Amén
EL
altar:
Representa a Cristo que se encarnado y
glorificado, después del sacrificio. También es Cristo que congrega a toda la
comunidad en torno al altar para compartir el ágape fraterno.
La
Epíclesis:
Es un sustantivo griego (invocación) del verbo
griego epikaleo (invocar o llamar). Se utiliza en la Iglesia para
designar el llamado que hace al Espíritu Santo para que venga a santificar. Dentro de la misa hay dos momentos de
epíclesis:
1. Se pide su presencia
sobre los dones del pan y del vino: para que Él los transforme en el Cuerpo y
Sangre de Cristo (transustanciación); esta petición la subraya el sacerdote
extendiendo sus manos sobre los dones y pronunciado las palabras con la
claridad y solemnidad que corresponde a los momentos importantes.
2.
Pero
más tarde, después del relato, el presidente vuelve a pedir a Dios que envíe su
Espíritu: esta vez sobre la comunidad sobre las personas que están aquí
presentes, y que van a participar de ese Cuerpo y Sangre de Cristo; pide que el
Espíritu transforme a la comunidad: que la lleve a la unidad, que la haga
Cuerpo de Cristo, un solo Cuerpo y un solo Espíritu. [1]
El
cuerpo:
Nuestro cuerpo expresa lo que sentimos y lo que
hemos comprendido de nuestra fe. Y en la eucaristía tenemos muchos momentos en los
cuales está involucrado nuestro cuerpo, desde que llegamos realizamos una
genuflexión al sacramento eucarístico, como saludo. Y dentro del encuentro
tenemos muchos momentos en los que nos expresamos con nuestro cuerpo: nos
santiguamos, participamos (parados), escuchamos (sentados), fraternizamos (abrazo
o estrechar la mano en la paz) y damos reverencia (arrodillados). Cada momento
en los que nos expresamos con nuestro cuerpo son fundamentales y por ende deben
ser comprendidos y asimilados.
Los
regalos
Gracias a la unidad comunitaria descubrimos tres
grandes regalos de Dios para el pueblo: misericordia, sabiduría y alimento.
v Misericordia:
en el encuentro eucarístico tenemos tres momentos en los cuales invocamos la
misericordia de Dios; al inicio en el acto penitencial; en la oración que
Cristo nos enseñó, Padre Nuestro; y cuando proclamamos que Cristo es el cordero
inmolado por nuestros pecados. No con ello negando la plenitud del sacramento de la reconciliación.
Nunca estos momentos remplazan el sacramento de la reconciliación.
v Sabiduría:
cuando vamos al encuentro comunitario, el sacerdote, In persona Christi, nos
transmite el mensaje evangélico actualizado y desde nuestra realidad el Señor
nos ayuda a construir el quinto evangelio (pues nuestra realidad y nuestro
diario vivir tiene que ser una buena nueva para el mundo). La sabiduría de Dios
es transmitida en cada encuentro comunitario, Dios nos habla para nuestro mejor
vivir.
v Alimento:
toda la celebración es alimento constante, desde que llegamos hasta que
salimos. Nos alimentamos de fraternidad, de calor humano, de perdón, del
mensaje salvífico y nos alimentamos del amor de Dios en la plenitud del misterio
del Cuerpo y la Sangre de Jesús eucaristía. No nos alimentamos de un cuerpo
muerto, nos alimentamos de un cuerpo vivo, es Cristo resucitado quien se hace
presente en el pan y vino consagrado, no es una presencia simbólica o mítica es
una presencia real y viva.
Es
un alimento que no debe ser rechazado por ningún cristiano, Cristo se hace
alimento para los enfermos no para los sanos; este alimento está muy unido al
alimento del perdón, pues cuando estamos reconciliados el alimento eucarístico
sobresale en nuestro ser, en nuestra intima relación con Dios, más aún este
alimento eucarístico perdona nuestros
pecados veniales y nos preserva de los pecados graves[2].
El sacramento de la eucaristía es la plenitud de los sacramentos, no remplaza a
ninguno pero concede plenitud a todos. El alimentarnos con el Cuerpo y Sangre de
Cristo nos constituye una sola realidad, un solo cuerpo.
Y
cómo una sola verdad estamos unidos en Dios y como Dios estamos llamados a
vivir su voluntad, que es el amor. El Romano Pontífice Benedicto XVI afirma frente
al fruto de la Eucaristía que: “la
‘mística’ del Sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión
sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: ‘El pan es uno, y así nosotros, aunque somos
muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” dice San
Pablo (1Corintios 1017)”[3]
Enseñanza del encuentro:
Ø Es
un encuentro comunitario, que alimenta toda la vida cristiana.
Ø Descubrimos,
comprendemos y nos encaminamos al proyecto de la construcción del Reino de Dios
aquí y ahora.
Ø Celebramos
la entrega completa del amor de Dios por el ser humano, el sacrificio de Jesús
por la obediencia al Padre.