Objetivo:
Descubrir en el sacramento
del bautismo que Dios nos elige y nos llama desde nuestros primeros días a
vivir en su presencia para alcanzar la santidad.
Desarrollo del encuentro:
v El sentido del
Sacramento
El origen del sacramento del bautismo
cristiano católico radica en el envío de Jesús a sus apóstoles:
Por tanto, vayan, y hagan discípulos a todas las
naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado; y he aquí que yo
estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo
Mateo 2819-20
La riqueza
espiritual que han recibido los apóstoles es para compartirla, para
entregársela a muchos; es a través de la misión apostólica como Jesús se
extiende en la historia como las ondas sanadoras y redentoras de todos los
hombres. El bautismo es su primera acción.
Lo primero
que podemos descubrir en el bautismo de los niños es que Dios nos elige, que él
nos llama, que desea que estemos en su presencia, desde nuestra tierna edad.
Las sagradas escrituras nos han mostrado siempre la elección de Dios,
recordemos a Moisés, a Abraham, a Salomón, a Jeremías, a Juan el bautista, a
María, a los apóstoles y a tantos otros que siguieron y se adhirieron a la vida
cristiana (Juan 112-13). Dios nos ama primero y por eso nos concede
su Santo Espíritu (Marcos 1, 8) convirtiéndonos en sus hijos, así se obtiene el nacimiento espiritual (Juan 3, 1-7). Y al
ser hijos de Dios somos purificados de
todo pecado (Tito 35), de esta manera se nos imprime carácter incorporándonos en la Santa Iglesia católica,
con la que formamos el Cuerpo de Cristo (Hechos 241-42), quedando
sellados en la universalidad cristiana.
Bellamente exhortaba San Gregorio de Nisa, en una de sus homilías, “El hombre cuando es adoptado por Dios sobrepasa su naturaleza: de mortal se hace inmortal, de perecedero imperecedero, de efímero eterno, de hombre se hace dios”.
Bellamente exhortaba San Gregorio de Nisa, en una de sus homilías, “El hombre cuando es adoptado por Dios sobrepasa su naturaleza: de mortal se hace inmortal, de perecedero imperecedero, de efímero eterno, de hombre se hace dios”.
v Participantes
Sacerdote:
Es quien preside la celebración, él, en nombre de
la Iglesia, acoge al niño y le muestra el amor de Dios.
Bautizado:
Es quien fue elegido por Dios para estar en su
presencia desde la comunión de la Iglesia, y quien al recibir el sacramento del
bautismo obtiene el sello del Espíritu santo.
Padres:
Son miembros de la Iglesia que al vivir la fe en
Jesucristo han descubierto el amor de Dios y saben que Dios tiene amor infinito
para amar a muchos. Desean que su hijo(a) reciba este amor.
Padrinos:
Son miembros de la Iglesia que también han experimentado
el amor de Dios y desean acompañar a los padres en la educación de la fe.
Tienen la obligación de orientar a los padres que se dejan seducir por el mundo
y olvidan su deber paternal o maternal. Y en caso que faltasen los padres ellos
asumirían la potestad de su ahijado.
Pueblo:
Son el resto de
participantes de la celebración, en ellos reconocemos a la Iglesia universal. Todos,
conocedores del amor de Dios, acogen al nuevo miembro de la gran
familia cristiana, al nuevo hermano.
v Símbolos y Signos
La
comunidad:
Siendo una alegría para toda la familia cristiana,
este sacramento se debe realizar en la presencia de algunos miembros de la
Iglesia. El sacerdote realiza la señal de la cruz en la frente del niño e
invita a que padres y padrinos hagan lo mismo, esto es signo de que es bien
recibido por la comunidad cristiana.
El
cuestionario:
Los padres y padrinos, después de proclamar con la
comunidad la profesión de fe (credo), son interrogados: “¿Desean padres y
padrinos bautizar a su hijo(a) en la fe que todos acabamos de profesar?” La
respuesta a este interrogante es fundamental para conocer el deseo de los
padres y padrinos. La segunda da sentido a lo que han contestado: “¿se comprometen
a ayudar a N. N. para que siga creciendo en la fe cristina?”
Las
letanías:
Es el momento en el que recordamos la unidad de la
Iglesia peregrinante con la Iglesia celestial. Nombramos a la corte celestial
encabezada por la Bienaventurada Virgen María y seguida de los santos más
conocidos del lugar, terminando con el nombre del niño que es bautizado.
Recordar a estos santos es para la Iglesia recordar que sí se puede vivir en la
presencia del Señor, gozando desde aquí de todos los bienes celestiales.
El
agua:
El símbolo del agua nos significa la purificación.
El agua debe ser derramada sobre la cabeza o el niño puede ser sumergido y se
debe decir: “N.N. yo te bautizo en nombre
del Padre del Hijo del Espíritu Santo, Amén.”.
Existen también dos posibles bautismos, el de
sangre, que consiste en aquellas personas que por diferentes motivos no pueden
ser bautizadas y mueren a causa de la fe. O de deseo, que pueden ser aquellos
que impulsados por la gracia, sin conocer a Cristo ni a la Iglesia, buscan
sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad como también
aquellos adultos que desean bautizarse y en el catecumenado muere.
La
unción
Con la unción se significa la elección que Dios
hace del niño para que viva como sacerdote (celebra), profeta (anuncia) y rey
(gobierna).
Sacerdocio común: a partir de este momento el
nuevo integrante de la familia cristiana debe entrar en la alegría de la
celebración de fe. Su primer misión es “celebrar la vida”, primeramente con la
orientación de sus padre y luego con sus propias decisiones. Como también se
une a las celebraciones de la comunidad cristiana, todo acto litúrgico que la
Iglesia viva en su fe: Eucaristía, Exposición del Santísimo, Rosarios, Novenas,
Peregrinaciones, etc.
Profeta: es misión de todos los bautizados
anunciar el mensaje de salvación, entregado en la persona de Jesús el Cristo. Procurando
hacer vida lo que está predicando.
Rey: ser rey es tener la potestad de gobernar,
sabemos que un niño no toma decisiones, pero en compañía de sus padres y padrinos
el bautizado debe aprender a discernir el bien en medio del mal que el mundo
puede ofrecerle. Constituyéndose en una persona libre.
La
vestidura blanca:
Signo de la pureza que recibe por ser hijo de Dios.
El
cirio encendido
Signo de la luz de Cristo que guiará al bautizado.
Todos, padres, padrinos y si se puede el bautizado, toman el cirio y reciben el
compromiso para que esa luz permanezca siempre encendida con la misma
intensidad.
Oración
conclusiva:
En la cual se da gracia a Dios por una vez más
manifestar su amor, y solicitándole que derrame el Santo Espíritu en el nuevo
miembro de la Iglesia.
Enseñanza
del encuentro:
Ø El
sacramento del Bautismo nos concede la gracia del Espíritu Santo haciéndonos hijos
de Dios, purificándonos del pecado original e incorporándonos a la vida de la
Iglesia.
Ø El
Bautismo es la semilla de la fe (que es la gracia) que hay que seguir
cultivando en vida de comunidad.
Agradecemos muchísimo este aporte... nos perece muy interesante... invitamos a nuestros lectores que se acerquen a este video y crezcan en conocimientos católicos.
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