El Agua
Viva
Juan 4:13-14 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta
agua, volverá a tener sed; (14) pero el
que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo
le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»
El centro de la vida y misión de la Iglesia es
Jesucristo, el agua viva. Todo cuanto hagamos para que Dios esté presente en el
mundo, tiene que iniciar y terminar en la Persona de Jesús de Nazaret. Él no es
tan sólo un buen hombre o un buen profeta o gran predicador, Él es el Emmanuel,
es decir, El Dios con nosotros. Siendo Dios quiso hacerse hombre, quiso estar
en el vientre de una madre y nacer, quiso aprender a caminar y hablar, quiso
vivir en las necesidades de una humilde familia, quiso aprender de la vida, de
la sociedad y de su religión. Jesús es el Dios-Hombre.
En la Persona de Jesús, el hombre no sólo conoció a
Dios sino que también se conoció a él como hombre, por eso Jesús es el agua
viva, porque cuando Él entra radicalmente en el creyente, integra todo su ser.
Ser cristiano no es ser parte de una religión, sino haberse encontrado con una
persona, Jesús de Nazaret. Ser cristiano es haber encontrado el agua viva que
se bebe cada día para así convertirse en fuente para otros. Ser cristiano es
transformar el mundo con la presencia de Dios.
Por
tal motivo el cristiano no pone en negociación su fe, no puede negociar a una
persona, no puede creer una cosa hoy y mañana ya pensar otra. La misión del
cristiano es el proyecto del Señor Jesús: instaurar el Reino de Dios desde el
amor en la humanidad, para que todos tengan vida eterna.
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