¿Cuál es mi
tesoro?
Mateo 6:19-21
«No amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla
y hongo que corroen, y ladrones que socavan y roban. (20) Amontonen más bien tesoros en el cielo, donde
no hay polilla ni hongo que corroan, ni ladrones que socaven y roben. (21) Porque donde esté tu tesoro, allí estará
también tu corazón.
Que toda la humanidad desee la vida eterna es la
primera misión de la Iglesia, es decir, de todos los bautizados. Aferrarnos al
mundo y sus fantasías es alejarnos del verdadero sentido de la vida; todo
cuanto tenemos en este mundo no puede ser nuestro fin sino nuestro medio para
llegar al fin verdadero, que es Dios.
“Yo vine
para que tengan vida y la tengan en abundancia.” (Juan 10, 10) dice Jesús. Y
para montarnos en el tren de la vida, es necesario desprendernos de todo cuanto
nos ata a este mundo, todo aquello que nos quita la paz, la alegría, la
oportunidad de compartir, el sentido mismo de vivir. Si revisamos bien nuestra
vida descubriremos que nuestro tesoro se lo está comiendo la polilla del
orgullo, de la envidia, de la soledad, de la tristeza, de la guerra y cuantas
otras que nos van destruyendo.
El tesoro del cielo se va amontonando con la grata
convivencia familiar, amistosa y laboral, que se crea con un corazón
desprendido y afianzado en el amor. Amor que hemos recibido de Dios. Que
nuestro tesoro sea la vida eterna, estar junto a Dios.