« Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a
Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan,
síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres.» Al
momento dejaron las redes y lo siguieron » (Mc 1, 16-20)
“Jesús nos enseña a seguirlo, a optar por su camino,
con el testimonio y el servicio a los demás”
En la búsqueda y en el crecimiento de nuestra vida
cristiana, es necesario retornar nuestra mirada a los orígenes de la fe. En la
que descubrimos que el seguimiento a Jesús es el eje de la espiritualidad
cristiana que orienta y sustenta nuestra vida de creyentes. No hay verdadera
espiritualidad cristiana si no hay un verdadero conocimiento de Jesús que nos
impulsa a seguirlo.
Cuando acudimos a los relatos que la Sagrada Escritura
nos presenta sobre el estilo de vida de las primitivas comunidades cristianas,
podemos apreciar, que ellos encontraron en el seguimiento, la forma y expresión
más auténtica de la fe en Jesús; permitiéndoles iniciar un caminar de creyentes
hacia la configuración de la Iglesia, animada por el Espíritu del Señor,
fortalecida por la Palabra y alimentada con la Eucaristía.
Su testimonio sincero y eficaz de la presencia viva de
Jesús en medio de ellos, fruto de su opción por seguirlo; nos permiten hoy
afirmar sin temor a equivocarnos que la realización de la fe, sólo ocurre en la
orientación total a Jesús y en la vinculación de nuestra propia vida a la de él,
con el fin de poner a disposición nuestros dones para el servicio de nuestro
prójimo en la misión que exige el seguimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario