« Después Jesús reunió a la gente y a sus discípulos, y
les dijo: -Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga- » (Mc
1, 16-20)
“Jesús
nos invita a estar junto a Él, a seguirlo sintiendo su fiel compañía”
L seguimiento de Jesús armoniza nuestra vida con su
compañía, pues, “seguirlo” significa mantener una relación de “cercanía” con
él, de ir detrás de él, es decir, de caminar junto a él. El mismo Señor se nos
muestra como “camino”, confirmando siempre su presencia incondicional junto a
nosotros y que al mismo tiempo manifiesta la cercanía del Maestro al discípulo,
del Señor al siervo, del Amigo al amigo, siendo la guía segura en nuestros
pasos.
Pedro, durante la pasión, seguía a Jesús “de lejos”
(Mc 14, 54), hecho que nos recuerda, que la lejanía en el seguimiento de Jesús
llevó al mismo Pedro a la negación de la fe e incluso hasta la traición de su
amistad con Jesús; pues seguirlo a él, nos exige siempre “estar con él”, “estar
junto a él”. Jesús cada día nos invita a estar con él, siendo ésto lo primero y
más importante, pues nuestro corazón arde siempre en bondad y alegría cuando
sentimos su cercanía en el camino; que nos lleva a configurarnos con él en
nuestro modo de vivir, de actuar, es decir, de ofrecernos en donación al
prójimo.
“Seguir a Jesús” significa entonces, asemejarnos a él
(ser cercanos) por medio de nuestro testimonio y forma de vida, manifestando la
libertad de amar y acoger a quien también está junto a nosotros en este
caminar.
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