« Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él,
dijo Jesús: Si permanecen fieles a mi palabra, ustedes serán verdaderamente mis
discípulos, así conocerán la verdad y la verdad los hará libres » (Jn 8, 31-32)
“Jesús nos habla al corazón con su Palabra, y nos
invita a unirnos completamente a Él”
EL seguimiento de Jesús, por ser una experiencia que
parte de un encuentro personal con él, nos ubica en un constate diálogo de
cercanía, que acrecienta nuestro deseo de seguirlo en su caminar y de servir
con un corazón entregado a la caridad con el hermano. Al dialogar con Jesús, él
nos comparte su propuesta del Reino, por medio del cual nos manifiesta ese
mundo mejor que Dios quiere para todos.
Jesús, por medio de su vida y sus palabras nos habla
todos los días para que descubramos la verdad de Dios, quien quiere siempre comunicarnos
su infinito amor y misericordia. En la dinámica del diálogo, primero escuchamos
a Jesús, así, podemos entender cuáles son los sentimientos propios del
cristiano que nos dignifican como personas, y en segundo lugar, nosotros
hablamos a Jesús, quien atiende prontamente a nuestro llamado, es decir, a
nuestra oración; pues bien lo recuerda el Santo Cura de Ars: “La oración no es otra cosa que la unión con
Dios… En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos
en uno solo, que ya nadie puede separar”.
Así, el diálogo con el Señor, nos lleva a unirnos con
él, a sentirnos parte de su misión y a fortalecernos con su amor ante los retos
que la vida nos presenta. Él nos habla, nos anima, nos aconseja, nos orienta
para caminar siempre a la luz de su vida, fundamento de nuestra fe y motor de
nuestro deseo de servir con bondad y amor al necesitado.