lunes, 12 de septiembre de 2011

Venerable P. Francisco María de la Cruz Jordán, SDS



El 16 de junio de 1848, en Gurtweil-Alemania, en tiempos de una Europa revolucionaria, la segunda bendición para el matrimonio Jordán-Peter alcanza el gozo de la existencia en este mundo terrenal. El nacimiento de Juan Bautista Jordán, nombre que recibió en la pila bautismal, un día después de su nacimiento, será la alegría de don Lorenzo, su padre, y doña Notburga, su madre, la compañía de Martín, su hermano. Pero nadie sabía en ese momento que Juan Bautista trasformaría la historia de la Iglesia.

Este hijo de aquella Alemania descristianizada, entre luchas y sufrimientos financieros, alcanzará la gracia de Dios en el ministerio presbiteral, el 21 de julio de 1878 con 30 años de edad. Ya para este momento su espiritualidad a tomado una mirada de entrega a Dios, él dice: “Señor Jesucristo, decido y pretendo recibir hoy la sagrada orden del presbiterado para tu gloria y la salvación de las almas.  Toma y recíbeme como un perenne holocausto para Ti…  Infinitas gracias a Dios por toda la eternidad”.

Pero Dios tenía preparado para el Padre Juan Bautista Jordán algo más grande en el ministerio presbiteral. Dios lo había elegido “desde el vientre de su madre”, y le iba a dar “una gran descendencia” espiritual. Dios lo llamó, para que desde sus fortalezas y sus debilidades ofreciera a la Iglesia una gran familia que no descansará hasta que todos conozcan amen y sirvan al verdadero Dios revelado en la persona de Jesucristo. Esta gran misión revelada para el Padre Juan en las palabras de Jesús: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo” (Juan 173), es conocida en el mundo entero como la Familia Salvatoriana.

Siendo el P. Juan el primero en recibir votos religiosos en la Familia Salvatoriana recibe el nombre de Francisco María de la Cruz Jordán. En este nombre, que él eligió, podemos descubrir su profunda espiritualidad y entrega a la voluntad de Dios. Francisco, hace honor a San Francisco de Asís, en quien reconoce la grandeza de abrazar la pobreza. María, venerando a la Santísima Virgen María, primera cristiana que enseña que la fidelidad es fundamental en el seguimiento de Jesús. De la Cruz, glorificando al Verbo encarnado que dejó que el amor reinara y los deseos humanos sucumbieran, pues “toda gran obra nace a la sombra de la cruz”, afirmará el P. Jordán.

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