lunes, 25 de febrero de 2013

Palabras Mágicas


PEDIR DISCULPAS 

Mateo 5:21-25  «Han oído que se dijo a los antepasados: No mates;  y aquel que mate será reo ante el tribunal.  (22)  Pues yo les digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.  (23)  Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces que un hermano tuyo tiene algo contra ti,  (24)  deja tu ofrenda allí, delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.  (25)  Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia y te metan en la cárcel.


Nos negamos al amor fraterno desde el rechazo que hacemos a la paz, a la cordialidad, a la amistad, al buen convivir, a la camaradería, es decir, nos hacemos a un lado del proyecto de Dios. Jesús nos insiste que debemos esforzarnos para lograr la mutua compresión, que no permitamos que realidades circunstanciales desdibuje nuestra vida cristiana.

Pero cuando no lo hemos logrado, cuando no hemos alcanzado a auto-contralar nuestras reacciones frente a los otros, no dejemos pasar mucho tiempo antes de buscar la reconciliación, lo más pronto posible pidamos perdón restablezcamos lo quebrado. Las palabras mágicas para una grata convivencia son PERDÓN, DISCULPEME, LO SIENTO. Que el orgullo no nos venza en la búsqueda de la paz familiar, social o laboral.

Mas aún el Señor nos pide que si sentimos que otro tiene algo contra nosotros, quizá por nuestro trato o nuestras acciones, debemos ir en busca del perdón antes de ir a la ofrenda del altar, es decir, que no podemos celebrar la santa eucaristía estando enojado con un familiar, amigo o compañero de estudio o trabajo, pudiendo buscar la reconciliación. 

lunes, 18 de febrero de 2013

Palabras Mágicas


GRACIAS

Lucas 17:11-18  Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaria y Galilea,  (12)  y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia  (13)  y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»  (14)  Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.  (15)  Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz;  (16)  y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.  (17)  Tomó la palabra Jesús y dijo: « ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?  (18)  ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? »


Dentro de las palabras mágicas de la vida encontramos GRACIAS, es la que permite que la vida tome colores haciéndola bella y agradable. Un GRACIAS transforma a quien la escucha, ya que se siente valorado, respetado y lo más importante se siente amado. La gratitud fortalece relaciones, entre padres e hijos, entre amigos y familiares, entre empelado y empleador. Aprende a decir GRACIAS y descubrirá cuanto ayuda a eliminar el estrés que tiene la humanidad.

jueves, 14 de febrero de 2013

Renunciar hoy


La verdadera causa de la renuncia del Papa. 


Tengo 23 años y aún no entiendo muchas cosas. Y hay muchas cosas que no se pueden entender a las 8:00am cuando te hablan  decirte escuetamente: “Daniel, el papa dimitió.” Yo apresuradamente contesté: “¿Dimitió?”. La respuesta era más que obvia, “Osea renunció, ¡Daniel, el papa renunció!” 



El Papa renunció. Así amanecerán sin fin de periódicos mañanas, así amaneció el día para la mayoría, así de rápido perdieron la fe unos cuantos y otros muchos la reforzaron. Y que renunciara, es de esas cosas, que no se entienden. 



Yo soy católico. Uno de tantos. De esos que durante su infancia fue llevado a misa, luego creció y le agarró apatía. En algún punto me llevé de la calle todas mis creencias y a la Iglesia de paso, pero la Iglesia no está para ser llevada ni por mí, ni por nadie (ni por el Papa). En algún punto de mi vida, le volví a agarrar cariño a mi parte espiritual (muy de la mano con lo que conlleva enamorarse de la chavita que va a misa, y dos extraordinarios guías llamados padres), y así de banal, y así de sencillo, recontinué un camino en el que hoy digo: Yo soy católico. Uno de muchos, si, pero católico al fin. Pero así sea un doctor en teología, o un analfabeta de las escrituras (de esos que hay millones), lo que todo mundo sabe es que el Papa es el Papa. Odiado, amado, objeto de burlas y oraciones, el Papa es el Papa, y el Papa se muere siendo Papa. 

Por eso hoy cuando amanecí con la noticia, yo, al igual que millones de seres humanos..nos preguntamos ¿porqué?. ¿Porqué renuncia señor Ratzinger?. ¿Le entró el miedo?. ¿Se lo comió la edad?. ¿Perdió la fe?. ¿La ganó?. Y hoy, después de 12 horas, creo que encontré la respuesta: El señor Ratzinger, ha renunciado toda su vida. 



Así de sencillo. 



El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para llenarla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a teniendo 85 años, estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban. Vaya, me queda claro, que el Papa fue un tipo apegado a la renuncia. 



Y hoy, me lo vuelve a demostrar. Un Papa que renuncia a su pontificado cuando sabe que la Iglesia no está en sus manos, sino en la de algo o alguien mayor, me parece un Papa sabio. Nadie es más grande que la Iglesia. Ni el Papa, ni sus sacerdotes, ni sus laicos, ni los casos de pederastia, ni los casos de misericordia. Nadie es más que ella. Pero ser Papa a estas alturas del mundo, es un acto de heroísmo (de esos que se hacen a diario en mi país y nadie nota). Recuerdo sin duda, las historias del primer Papa. Un tal..Pedro. ¿Cómo murió? Si, en una cruz, crucificado igual que a su maestro, pero de cabeza. 

Hoy en día, Ratzinger se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación, crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos católicos. Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede calumniar, a esos de los que se les puede acusar, y no responde. Y cuando responde, lo único que hace es pedir perdón. ‘Pido perdón por mis defectos’. Ni más, ni menos. Que pantalones, que clase de ser humano. Podría yo ser mormón, ateo, homosexual y abortista, pero ver a un tipo, del que se dicen tantas cosas, del que se burla tanta gente, y que responda así..ese tipo de personas, ya no se ven en nuestro mundo. 



Vivo en un mundo donde es chistoso burlarse del Papa, pero pecado mortal burlarse de un homosexual (y además ser tachado de paso como mocho, intolerante, fascista, derechista y nazi). Vivo en un mundo donde la hipocresía alimenta las almas de todos nosotros. Donde podemos juzgar a un tipo de 85 años que quiere lo mejor para la Institución que representa, pero le damos con todo porque “¿con qué derecho renuncia?”. Claro, porque en el mundo NADIE renuncia a nada. A nadie le da flojera ir a la escuela. A nadie le da flojera ir a trabajar. Vivo en un mundo donde todos los señores de 85 años están activos y trabajando (sin ganar dinero) y ayudan a las masas. Si, claro. 



Pues ahora sé Señor Ratzinger, que vivo en un mundo que lo va a extrañar. En un mundo que no leyó sus libros, ni sus encíclicas, pero que en 50 años recordará cómo, con un simple gesto de humildad, un hombre fue Papa, y cuando vio que había algo mejor en el horizonte, decidió apartarse por amor a su Iglesia. Va a morir tranquilo señor Ratzinger. Sin homenajes pomposos, sin un cuerpo exhibido en San Pedro, sin miles llorándole aguardando a que la luz de su cuarto sea apagada. Va a morir, como vivió aún siendo Papa: humilde. 



Benedicto XVI, muchas gracias por renunciar.