CARISMA

Para responder al llamado que nos hace Dios en la vida salvatoriana nos debe urgir el deseo de encontrar a Jesús en medio de nuestros hermanos menos favorecidos, pero no de una sociedad o grupo en particular sino una visión panorámica de un TODO, ese era el deseo del Padre Francisco, que miramos todos los lugares en los cuales no conocen al verdadero Dios y a su enviado Jesús de Nazareth. Es desde allí que los salvatorianos buscamos una universalidad del mensaje evangélico, y la hacemos posible en la universalidad de espíritu, de destinatarios, de territorio y de medios.

Al hablar de universalidad de espíritu apunta nuestro carisma a estar atentos a las necesidades de los seres humanos en su totalidad: de su cultura, de su economía, de su política, de sus relaciones inter personales y en sus creencias religiosas. Esta universalidad nos tiene que llevar a mirar cómo el hombre se está destruyendo así mismo, hasta dónde ha llegado el desamor de la humanidad por la misma humanidad, cómo reina en nuestras sociedades las efímeras felicidades que no dejan entrar a la felicidad eterna.

La universalidad de destinatarios nos permite tener claro que como salvatorianos, debemos estar de parte de quienes sufren y padecen las injusticias sociales y políticas de nuestros pueblos. Ellos son los elegidos de Dios desde que las sociedades se dirigen por grupos dominantes y dominados, el Señor de la vida siempre ha enviado a varones y mujeres para defender a quienes son desfavorecidos. Por tanto los salvatorianos y salvatorianas hemos recibido esta gran misión de ser los enviados de Dios  para estar, luchar y buscar la dignidad de la humanidad sufriente. Y los niños son la primacia de nuestra labor pastoral.

La universalidad de territorio permite que los salvatorianos estemos abiertos a partir con generosidad a cualquier lugar del mundo, donde la evangelización es urgente para un pueblo. Esta universalidad no excluye a ningún grupo humano: pobres o ricos, sabios o ignorantes, latinos o europeos, blancos o negros, etc. Todos entran en la visión evangélica de los salvatorianos. Sin importar el lugar siempre estará con los más desfavorecidos de las sociedad, desde cualquier visión: social, política, económica, cultural, racial o sexual.

En la universalidad de medios el salvatoriano está llamado a valorar a cada persona en su individualidad, sabiendo que esto le permitirá vivir la comunidad anhelada por el Señor.
Nuestro Padre fundador Francisco Jordán nos invita a privilegiar los medios de los pobres que son medios que surgen de la conciencia y vivencia humana: la solidaridad, la organización, el sentido fraterno, la esperanza contra toda desesperanza, el sentido de las cosas sencillas, la creatividad para responder sin medios. Y estar atentos en la valoración y buena utilización de los medios materiales.  

Estas cuatro universalidades nos permiten a los salvatorianos, salvatorianas y salvatorianos laicos vivir y experimentar el “aire de familia” que nos ha legado el Padre Francisco María de la Cruz Jordán, aire que él ha recibido del Espíritu Santo y lo puso al servicio de la Iglesia de Roma, pero quiso que se expandiera por todas las Iglesias del mundo, es allí la importancia de realizar la fundación en Roma ciudad de la que sale el mensaje salvífico por el sucesor de Pedro para el mundo.

Pero más allá de entregar las verdades eternas los salvatorianos y salvatorianas, consagrados o laicos, estamos llamados a hacer accesibles las verdades de la fe a todas las culturas y pueblos, nuestro carisma cumple la gran función de que la teología y el mensaje salvífico sea popular pero no vulgar, y con esto motivar a los laicos al compromiso ministerial dentro de la actividad de las Iglesias locales.

"DEBEMOS TRABAJAR EN TODAS PARTE DONDE HAY ALMAS"