miércoles, 30 de mayo de 2012

Vocación


Existe la idea que la vocación se ve orientada hacia la ocupación laboral, pero si la vocación es un llamado, y un llamado de Dios a un estilo de vida, no sería más acertado ver la vocación como aquella verdad que encierra toda la vida.

Es de esta manera que se puede decir con toda seguridad que existen tres vocaciones, que el Señor invita al ser humano vivir: vocación  a la vida matrimonial, vocación a la vida  religiosa o sacerdotal y vocación a la vida de soltero(a). En cualquiera de estas vocaciones ejecutamos los dones y capacidades que Dios nos ha concedido a cada uno, para servicio de toda la comunidad. Esos dones son lo que llamamos “los carismas”.

Hay que permitirle al Espíritu Santo que nos hable en lo más profundo de nuestro ser, para descubrir que vocación estoy llamado a vivir. Y tener el oído bien agudo para escuchar lo que repetidas veces el Señor nos dice: “No tengas miedo”. No hay que temer al sentir el llamado a la vida matrimonial, el llamado a la vida religiosa o sacerdotal, ni mucho menos temer al sentir el llamado de la soltería. Pero hay que ser muy respetuoso en la respuesta que nuestros semejantes dan a su llamado, Dios no se equivoca.


Si tienes clara tu vocación y quizá ya la estás viviendo, no dejes de encontrarte con quien te la regaló. En las dificultades sólo Él nos puede guiar y sostener. El matrimonio como la vida religiosa o la soltería tiene sus pequeñas piedras que hay que saber superar, y Jesús te ayudará

Convivencia "Movidos Por el Espíritu Santo"

Los días 26-27 de mayo de 2012 los jóvenes que se preparan para la confirmación en la catequesis Parroquial Doce Apóstoles, de la Parroquia San Pedro de Cumbayá han tenido una convivencia llamada "Movidos por el Espíritu Santo", en ella han fortalecido su deseo de servir a la Iglesia configurándose más fuertemente con Jesús de Nazaret. La convivencia se llevó a cabo en la casa de Espiritualidad Inmaculada Concepción y fue orientada por la Pastoral Juvenil Salvatoriana-Ecuador. 

No nos cansamos de decirle a Dios GRACIAS por tantas bendiciones. 

Participantes de la Convivencia Movidos Por el Espíritu Santo

Invocación del Espíritu Santo, pidiéndole sus siete dones

Equipo de Trabajo Pastoral Juvenil Salvatoriana

martes, 22 de mayo de 2012

La revelación de Dios en la vida del Seminarista o Religioso


“La naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien” (Gaudium et Spes 15)

La Palabra de Dios como cimiento de sabiduría debe ser escuchada con fe, ya que no son solamente verdades adquiridas con la ayuda de la razón, sino las verdades reveladas por Dios. Para nosotros seminaristas y religiosos es fuente de vida espiritual, alimento para la oración, luz para conocer la voluntad de Dios y la fuerza para vivir con fidelidad nuestra vocación. Entonces al tener diariamente en nuestras manos las Sagradas Escrituras, al acogerla como María y meditarla en nuestro corazón, seremos capaces de encontrar a Dios mismo, así lo afirmaba el papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica postsinodal “Pastores Dabo Vobis”: “al acercarnos y escuchar la palabra de Dios tal como es, nos hace encontrar con Dios mismo, a Dios que habla al hombre; hace encontrar a Cristo, el Verbo de Dios, la Verdad que a la vez es Camino y Vida. Se trata de leer las “Escrituras” escuchando las “palabras”, la Palabra de Dios” (Cfr. 47). 

La Palabra de Dios siempre nos inspira hacer hombres nuevos y santos, ella nos llama a una conversión continua. A la luz de la Palabra podemos ser conscientes de nuestra fragilidad, respondemos con la vigilancia y el arrepentimiento sincero, la corrección fraterna, el perdón recíproco y la aceptación serena de la cruz de cada día. Es decir estamos llamados a hacernos constantemente imagen de aquel que nos inspira. Los seminaristas y religiosos dirigidos hacia el ministerio sacerdotal, “in persona Christi” y bajo la escuela de Jesús debemos ser dóciles y radicales en nuestra formación, nuestra fortaleza debe venir de la unión íntima con el Maestro, que se encuentra escondido a la espera de ser desvelado en los Evangelios.

La Palabra de Dios nutre y renueva al seminarista y religioso. Hay momentos especiales en la vida del seminario y de la casa de formación, como el tiempo de las tardes de oración, el rosario, las oraciones matinales y vespertinas y la oración personal; los mismos que son una ocasión para escuchar la Palabra de Dios con profundidad; así es posible entonces discernir la voluntad del altísimo y purificar el corazón. Son momentos de gracia quedan a nuestro espíritu unidad profunda con el Señor Jesús que nos ha llamado a ser testigos fieles su mensaje salvador.

La Palabra de Dios nos mantiene unidos a Él, a su proyecto y nos recuerda su alianza. Podemos descubrir el bello plan que tiene para sus criaturas, donde simplemente nos debemos convertir en sabios oyentes de su palabra de amor. Escuchemos estando dispuestos a hacer abarcados por su Palabra.

Luis Miguel Aldaz
Seminarista
Seminario Mayor San José de Quito