lunes, 5 de septiembre de 2011

Beata Hna. María de los Apóstoles, CDS

Teresa von Wüllenweber nació en el castillo de Myllendonk, Alemania, el 19 de Febrero de 1833, siendo sus padres el Barón Thedoro Wüllenweber y la Baronesa Elizabeth Lefort.
Teresa, mujer de principios y de una profunda vida cristiana, desde muy temprana edad se encamina en la formación de las verdades eternas, poseía un espíritu sediento de Dios, de su infinito amor y de su presencia gloriosa. Es la sed por la divinidad la que impulsa a esta dócil mujer a vivir experiencias de consagración desde los votos religiosos en seis congregaciones diferentes. Su corta estadía en estas comunidades se debe al no encontrar radicalidad que le permitiese cumplir con sus deseos más profundos de un encuentro con Dios que le permitiese encontrar también al hombre.
Bien lo afirmaba San Agustín: “Nos hiciste para ti Señor y nuestro corazón no descansará hasta que repose en ti”. Un corazón sediento, en búsqueda, no descansa hasta que se encuentre saciado. Eso era lo que acontecía en el corazón de la Teresa von Wüllenweber, ninguna congregación lograba concederle el agua suficiente para saciar su sed. Pues la acción del otro juega un papel importante en el encuentro profundo con el Señor.
Ese “otro” que aportó al encuentro entre Teresa y el Señor, fue el Venerable Padre Francisco María de la Cruz Jordán, Fundador de la Familia Salvatoriana. Él desde su respuesta firme y fiel al llamado de Dios ya en 1882 estaba caminando con la nueva fundación en la Iglesia, llamada en sus inicios Sociedad Apostólica Instructiva. Teresa se informa de esta obra de Dios por medio del Missionar, una revista católica que publicaba dicha Sociedad. Fue tal el impacto de la propuesta del Padre Jordán para Teresa, que sin perder un minuto busca a este joven fundador y empieza los diálogos necesarios para unirse a la misión. 
La claridad y la entrega total del Padre Jordán animan a Teresa von Wüllenweber realizar los votos perpetuos en la Sociedad Apostólica Instructiva, siendo así la primera Salvatoriana, y recibiendo el nombre religioso María de los Apóstoles. Ella con los muchos dones que el buen Dios le había concedido brinda a la comunidad la riqueza de su espiritualidad y sabiduría muy plasmadas en los muchos escritos que dejó.
La Iglesia universal al descubrir su encuentro profundo con el Señor y la entrega generosa a la humanidad la ha beatificado el 13 de octubre de 1968 y su fiesta se celebra el 5 de septiembre, siendo el Romano Pontífice Pablo VI.

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