sábado, 22 de octubre de 2011

SER EVANGELIZADOR

Por: Alejandro Perdomo SDS

La propuesta cristiana, en la realidad secularizada que estamos viviendo, se ve desafiada por aquel velo de la indiferencia de fe, que ha ido adquiriendo la humanidad. Los tiempos modernos han dejado marcada la posibilidad del gozo de la vida en el materialismo y en las ideas, y aunque no se ha alcanzado el objetivo, sigue siendo una propuesta viable para la humanidad, porque son propuestas visibles y palpables.

De todas maneras el hombre tiene sed de encontrar sentido a la vida, y es consciente que nunca lo va a encontrar en lo visible y en lo palpable, no obstante aquello le da cierta seguridad y esta seguridad le aleja de la verdad. Es deber de la Iglesia ser el puente del camino correcto para encontrar la verdad y que la humanidad tenga vida, brindar espacios y diálogos que permitan a la humanidad encontrarse con Jesús; “Él nos dice quién es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente hombre. Él nos indica el camino y este camino es la verdad Él mismo es ambas cosas, y por eso es también la vida que todos anhelamos.” (S.S., Benedicto XVI, No 6).

Por lo tanto el Evangelio es la primera fuente de evangelización; son estas líneas donadas por la comunidad naciente, rica en presencia del Espíritu Santo y frescas en la revelación plena de Dios, las que nos ofrecen la verdad y nos despierta al proyecto de humanización. “El Evangelio no ha quedado superado por el hecho de haber sido anunciado, escrito y vivido en un contexto sociocultural diferente.” (O. A. Pablo VI, No 4), el Evangelio siempre tendrá algo nuevo que decirnos, siempre nos hablará al corazón en todas las lenguas, en todos los pueblos y en toda realidad socio-cultural-económico. Es la fuente inacabable del agua que sacia la búsqueda del hombre.    

Quien se encuentra con el Evangelio se encuentra con una Persona, Jesús, que es la Vida, y aprende de Él “el arte de vivir”, y con este arte puede ir a otros desahuciados y entregar este gran regalo, pues, “Evangelizar quiere decir mostrar ese camino, enseñar el arte de vivir”[1]. Quien quiera evangelizar no puede saltarse este encuentro, no puede ser un erudito en la vida cristiana y en los escritos neo-testamentarios sin haberse encontrado con el Maestro que “tiene palabras de vida eterna” Jn. 668.

Es fundamental que el evangelizador tenga presente que la fuente de la vida cristiana está en la persona del Maestro y no sólo en su mensaje. Es el “Yo soy”, tan resaltado en el evangelio de Juan,  el que da fuerza a las palabras de Jesús de Nazaret. Siendo así el evangelizador debe valorar y vivir cada fuente litúrgica de la Iglesia que favorece el encuentro personalizado con el Maestro: la oración, el rezo, los misterios del rosario, los retiros, la Eucaristía y demás sacramentos, son momentos litúrgicos ricos en espiritualidad. Sumado a estos momentos de fe, el evangelizador debe alimentarse con la contemplación de la realidad que lo circunda, ninguna condición humana le debe ser ajena en su misión evangelizadora.


[1] La nueva evangelización, Joseph Ratzinger, Conferencia pronunciada al congreso de catequistas y profesores de religión, Roma, 10, dic, 2000. 

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